Por Jorge Daneri, Fundación La Hendija, Miembro de la Asociación Argentina de Abogados Ambientalistas.
El gobierno de Brasil prevee instalar seis represas hidroeléctricas, consideradas pequeñas desde la Ingeniería hídrica (PCH) en el río Cuiabá, uno de los principales afluentes del río Paraguay, área de las nacientes del gran pantanal brasileño, en el Estado Provincial de Mato Grosso. El área de artificialización del río elegida, está categorizada como zona roja, conforme la Agencia Nacional del Agua de Brasil. Es decir una región de gran impacto ambiental para toda la cuenca del alto Paraguay.
Los impactos previstos por los expertos de la Agencia, como de diversos colectivos sociales y ecologistas de la región, se conforman desde la pérdida de conectividad entre el llano y la meseta, lo que afecta directamente el proceso migratorio de los peces, la pérdida de nutrientes y sedimentación que son importantes para la superviviencia de los ríos en razón del cambio del régimen hidrológico de los mismos, afectando, consecuentemente, al gran pantanal en su integridad ecológica.
Los especialistas han requerido de las autoridades mantener y garantizar la libertad del río atento los graves impactos anticipados en la cuenca alta en su conjunto. Durante un oportuno y significativo evento para la región y sus comunidades tradicionales, nativas como académicas, promovido en febrero pasado por la organización ECOA*, con sede en la ciudad de Campo Grande, destinado a analizar los aportes de los estudios realizados por la Agencia Nacional del Agua sobre los impactos ambientales y sociales de estos emprendimientos, los mismos arribaron a la conclusión central de sostener la libertad del río Cuiabá**.
Brasil sistemáticamente desarrolló su política hidroeléctrica sin consulta previa o intervención alguna de los estados nación que conforman la cuenca en su conjunto. Es una historia tan dolorosa que hoy expone y desnuda la crisis que nos afecta con más de sesenta represas en lo que fue el río Paraná, hoy inexistente en términos ecológicos en la cuenca alta del mismo, dentro del territorio Brasilero y hasta la represa de Yacyeretá (Paraguay-Argentina).
La dramática crisis de civilización que transitamos, por las consecuencias del cambio ambiental global, como los efectos del cambio climático en toda Sudamérica, en particular, el inicio en la destrucción del proceso del ciclo del agua a partir de los ríos voladores en ese diálogo milenario y sagrado entre el Atlántico, Amazónia, el gran Pantanal y la cuenca del Plata toda, y las consecuencias que se pueden ahora vivir y sufrir en la gigantesca bajante de los cuatro grandes ríos de la cuenca, son una nueva alerta como los gritos de la madre tierra, frente a proyectos que siguen pensando y haciendo cemento y energía, sin visión de cuenca y espíritu de interpretación urgente y más que sería del lenguaje del agua y sus ciclos en la diversidad de sus ecosistemas.
Esta realidad demuestra la necesidad de reconformar de manera sostenida, con fuerte convicción y compromiso político, el Tratado de la cuenca del Plata, denunciar el tratado de la hidrovía Paraguay Paraná, ampliar el Acuerdo Marco sobre Medio Ambiental del MERCOSUR, y desarrollar definitivamente la denominada “estrategia regional de sustentabilidad del sistema de humedales de las cuencas de los ríos Paraguay y Paraná”*** en sus áreas libres de represas, hasta hoy, sus cauces principales.
La Cancillería Argentina, Paraguaya, Boliviana, como sus Ministerios de Ambiente y áreas de política hídrica, deben actuar de inmediato para enfrentar todo este proceso de represamiento hidroeléctrico de más de ciento cuarenta pequeñas represas en la alta cuenca del Paraguay y poner en la mesa de los diálogos diplomáticos este despropósito. Nuestras Naciones, más allá de los gobiernos y sus Estados, debemos volver a sentipensar nuestros actos personales y colectivos con visión de cuenca y poner los “Principios rectores de la política hídrica nacional” (2003) en el lugar que corresponde. De no ser así, la cuenca dejará de ser cuenca para conformarse en no mucho tiempo, en un desierto ecológico como del pensamiento y acción política degradante de este “tipo humano”, profundamente destructor, desolador.
Foto de capa: rio Cuiabá. Por Prefeitura Municipal de Cuiabá.