El agua empezó a bajar en algunas de las zonas afectadas por las inundaciones. Quedaron los destrozos y la terrible sensación de comenzar desde cero. Pero las malas noticias no terminaron: es alto el peligro de que lluvias extremas y desbordes de ríos se repitan. “Las inundaciones son el mayor desastre natural que amenaza al país y representan el 60% de los desastres naturales y el 95% de los daños económicos”, explica Catalina Ramírez, la especialista de Agua y Saneamiento del Banco Mundial que el año pasado hizo un estudio sobre el tema.
Y continúa: “Sólo en la provincia de Buenos Aires en 2015 las precipitaciones afectaron 800.000 hectáreas y se perdieron casi 6000 cabezas de ganado, lo que implicó una pérdida de 652 millones de dólares”.
La experta indica que el 80% de la población del país vive en la planicie del Paraná y del Paraguay, y el resto se ubica generalmente cerca de los cursos de agua. “El crecimiento urbano desorganizado, luego el cambio del uso del suelo, zonas que antes eran bosques y cambian áreas agrícolas o el recambio por el monocultivo, sumado a los efectos del cambio climático hacen que los efectos de las precipitaciones más intensas se sientan cada vez más”, agrega Ramírez.
Las inundaciones ribereñas suceden mayormente en el norte y centro de la Argentina, en especial a lo largo de la cuenca del río Paraná. “La deforestación en las cuencas altas, una infraestructura deficiente de drenaje en el área rural y mayores precipitaciones contribuyen a un riesgo acrecentado de sufrir inundaciones ribereñas. La superposición de mapas de deforestación y de inundaciones ribereñas pueden sugerir una correlación entre la distribución espacial de ambos fenómenos”, se explica en el trabajo hecho por especialistas del organismo multilateral de crédito.
Según se consigna en el reporte, el costo de las inundaciones ribereñas representa el 49% del anual total por desastres naturales, mientras que el de las inundaciones urbanas significa otro 46%. El informe fue hecho el año pasado por un equipo de expertos en desarrollo sostenible, medio ambiente y recursos naturales. En total calcularon que los daños causados por el agua equivalen cada año al 0,7% del producto bruto interno (PBI).
El volumen de lluvias creció 20% entre 1961 y 2010, según las estimaciones, pero ese es sólo uno de los factores que afectan a la situación de las inundaciones.
Vicente Barros, investigador del Conicet y miembro del Panel Intergubernamental de Lucha contra el Cambio Climático, acaba de editar un libro junto a Inés Camilloni, doctora en Ciencias de la Atmósfera, dirigido a aquellas personas que deben tomar decisiones en el área. “El cambio climático es un factor dentro de otros factores que incluso son más dinámicos, más fuertes y más rápidos. La expansión de la frontera agropecuaria que obedece a los precios internacionales y a la demanda al mismo tiempo estuvo acompañada de un cambio de clima que favoreció esa expansión, pero eso trae consecuencias sobre los ecosistemas. No es que simplemente el cambio climático produce un daño, sino que es una interrelación”, indica el científico.
En el trabajo del Banco Mundial se hace hincapié en el uso del suelo y la actividad agrícola: “Entre 2001 y 2014, la Argentina perdió más del 12% de sus zonas forestales, lo que equivale a perder un bosque del tamaño de un campo de fútbol cada minuto, y se compara con una pérdida de cubierta forestal del 7,4% en Brasil y de 6,3% en el mundo. Durante ese mismo período, la Argentina se posicionó novena en la pérdida de cubierta forestal a escala global, y en la provincia de Santiago del Estero se dieron los mayores niveles de desmonte en el mundo. Casi toda la deforestación (93%) ocurrió en el norte del país”, indica.
En el informe hecho por la compañía proveedora de reaseguros y seguro Swiss Re, “El riesgo de inundación en Argentina”, se sostiene que uno de cada tres argentinos vive en áreas altamente expuestas a inundaciones, llegando a un total de 14,2 millones de personas en todo el país. En el informe se advierte que, cada año, la economía podría perder alrededor del 0,15% del PBI por situaciones asociadas a inundaciones, y ubica a la Argentina en el top 10 de los países emergentes con mayores riesgos, entre Rusia, la India, Brasil y China.
En el libro La Argentina y el cambio climático. De la física a la política (Eudeba, 2016), Barros y Camilloni también se refieren a las acciones. “Las respuestas a las más frecuentes inundaciones se fueron concretando desde años, aunque aún faltan obras y principalmente, sistemas de respuestas que incluyan un amplio abanico de manejo previo, durante y después del episodio de la inundación”.
En ese sentido, Carole Megevand, líder del Programa de Desarrollo Sustentable para la Argentina, Paraguay y Uruguay del Banco Mundial, agrega: “El factor del cambio climático va a amplificar lo que hemos visto en años pasados. Tenemos que estar preparados y tener sistemas que permitan monitorear y otros de prevención. Es fundamental fortalecer el de información para tener una reacción mucho más rápida”, dice para referirse, por ejemplo, a la inversión en sistemas en líneas de monitoreo de ríos y a la mayor inversión en los servicios meteorológicos y de alerta.