Via BBC Mundo
La observación de aves no es lo primero que uno piensa a la hora de buscar estrategias para el desarrollo económico de nuestros países.
Pero algunos entusiastas insisten en que deberíamos ponerle más atención a este curioso, tal vez excéntrico hobby, que genera millonadas en otras partes del mundo.
Y para el que los países latinoamericanos, con su asombrosa biodiversidad, están especialmente bien equipados.
Naciones Unidas estima que solo en Estados Unidos, el avistamiento de aves y otras especies salvajes genera cerca de US$32.000 millones anuales.Un monto similar al producto interno bruto de un país como Costa Rica, asegura la entidad.Las imágenes más fascinantes del reino de las aves
Safari fotográfico
Son turistas que suelen tener solvencia económica.
Armados de equipos sofisticados, van por el mundo de safari fotográfico retratando nuevas especies para su colección.
Lo que daría a América Latina una ventaja imbatible. Pues, encabezado por Colombia, es la región del mundo con mayor número de especies de pájaros en todo el planeta.
La inesperada y emocionante reaparición de un pájaro de ojos azules 75 años después
Solo en ese país hay 1.826 especies de aves registradas, un monto equivalente a cerca del 18% de todas las conocidas en el mundo, según el sitio web de la organización Birdlife International.
Pero claramente, ese país no abarca un porcentaje ni remotamente parecido en cuanto al monto de turistas internacionales que atrae para esa actividad.
Lo que no sorprende dada la situación de inseguridad que ha vivido en ese país, particularmente en zonas selváticas que serían las de atracción natural para los seguidores de aves.
Con una percepción de mayor seguridad en años recientes, algunos emprendedores locales están empezando a dar los primeros, tímidos pasos en desarrollar una industria basada en esta actividad.
La explosión de color de las fotos de aves que compiten por ser la mejor del año
La joya de la corona
Cali es la tercera ciudad del país, con cerca de 2 millones de habitantes.
Localizada en un valle tropical, está rodeada por cordilleras andinas, y un parque nacional, el de Farallones.
Lo que a una hora en automóvil de esa urbe, ofrece acceso a bosques que cubren un terreno desde 1.000 a casi 3.000 metros de altura.
Y por ende, se encuentra la biodiversidad que hace que algunos europeos viajen por medio mundo para retratar una especie particular.
En Cali la estrella del avistamiento de aves es la tángara multicolor, o Chlorochrysa nitidissima, le asegura a BBC Mundo Carlos Mario Wagner, director del Colombia Bird Fair (Feria de las Aves de Colombia), uno de esos esfuerzos iniciales por desarrollar la industria.
“Esta tángara es endémica a los bosques colombianos. No se encuentra en ninguna otra parte y está en vías de extinción. Es la joya de la corona. Los turistas que vienen acá la tienen entra ceja y ceja”, asegura.
Empleo local
Wagner trabaja con una ONG local que colabora con campesinos de las afueras de Cali, enseñándoles el potencial económico que ofrece cuidar el bosque como una potencial atracción turística que en el largo plazo traerá empleos y recursos a la zona.
“Los servicios de turismo los ofrece la comunidad local. Estamos ligando la conservación al desarrollo local”, insiste.
En 2015, con el apoyo de las autoridades y empresas locales, organizaron la primera feria internacional de avistamiento de aves en esa ciudad, evento que repitieron en marzo de este año.
Wagner estima que a la feria pueden haber asistido unas 450 personas, incluyendo unos 100 extranjeros, apenas una gota en el océano de la actividad turística internacional.
Pero con cerca de 3 millones de observadores de aves en Reino Unido, y 46 millones que se consideran parte de esta disciplina ambientalista en Estados Unidos, el potencial de atraer visitantes extranjeros a América Latina se ve como un incentivo prometedor.
Desayuno temprano
Wagner estima que cada turista del avistamiento de aves puede gastar de US$2.500 a US$3.000 por visita.
Señala que aún hace falta mucha capacitación e infraestructura para atender las particularidades de este peculiar pasatiempo.
“Son un tipo de turista diferente, en cierto modo como un bicho raro. Por ejemplo, los observadores de aves madrugan mucho, a las 5 de la mañana, para empezar su actividad en el bosque apenas salga el sol. Por eso buscan hoteles que sirvan el desayuno muy temprano, que estén cerca de las reservas naturales, en sitios que ofrezcan tranquilidad”.
Hay mucho camino por recorrer.
“Inglaterra lleva 100 años en el turismo de avistamiento de aves”, recuerda Wagner.
Pero naciones como Costa Rica han mostrado estrategias muy exitosas de convertir el ecoturismo en una fuente importante de divisas y desarrollo.
Por lo que muchos hoteles de la región bien podrían explorar la conveniencia de consentir más a estos peculiares viajeros.
Aunque eso implique empezar a servir desayunos a los 5 de la mañana.