Por Julio Federik.
I El Color
Aluvionales tierras despegadas
De las costas de un trópico asoleado
Con el limo feraz atravesado
por raíces de selvas invasoras.
Barros que traen la lombriz umbría
Y se deshacen en tus correntadas
en ese tinte de madera vieja
Que el sol barniza y la mañana aclara.
Ese color de nutria desvelada
De efímeros terrones desgarrados
Y de greda de arcillas que aún sueñan
Con algún alfarero alucinado.
Ese color que nos cubrió de risas
En la salpicadura de algún juego
Y entre brincos y arenas de la infancia
una madre asustada nos llamaba
II El Aire
Río de los barros diluidos en caminos
El de abajo y de arriba, con agua en correntada
Que vas llevando vida en polen fecundado
Y en la semilla alada de chaucha y panaderos.
Por tu mundo de peces de oscuridades hondas
Pelearas el descuido que depreda su raza
Y habrá nuevos desoves y alguna algarabía
Que nos muestre de nuevo cómo triunfa la vida.
Rio de las calmas y las siestas planchadas
De las horas más quietas y las tardes soleadas
De ese viento dormido en un aire tranquilo
Donde amainó el capricho su talante bravío
Rio de las brisas que son como un suspiro
Propiciándole el rumbo fluvial a algún velero
Y la ciudad respira con un aire ligero
Y hasta el ánimo vuelve auspicioso y festivo.
Río de los ímpetus del viento desbordado
Y su estampida loca retumbando en el cielo
Y el rugido en los árboles de pumas enojados
Alzando marejadas en canchas desbocadas.
III Heráclito
Río que pasas como pasa el tiempo
Sin que nadie nos diga los pasos que has tenido
Nadie contó en las tardes camalotes errantes
Que lleva la corriente a tu delta extendido
Mi vida tiene miles de tus pasos cantores
Porque hace mucho tiempo que ando por la ribera
Porque me enamoré diciendo algún verso encendido
Entre líneas y anzuelos de la aburrida espera.
Y andaba con los remos haciendo que remaba
Entre remansos necios de distintos calados
Y por ahí soltaba las velas de una idea
Y era un velero alegre mi sueño enamorado
Y así pasaba el tiempo y así pasaba el río
Hoy nos cuentan los años… Y no el paso del río
Uno tiene la forma y otro tiene el sonido
Y uno prefiere el canto de un silvo atardecido.
Por las ollitas negras se engrasan las estrellas
Y el surubí se fríe cerquita de la costa
Y es la misma canoa donde achicó mil veces
el brazo del abuelo, la que reman los nietos
Y uno llega a la costa y se le van los ojos
a los islotes quietos o al brillar de la arena
y ve pasar el río con la misma sonrisa
que vió el minuán callado y el español con peto.
¿Por qué si te vas lejos tu movimiento trae
Esos interrogantes que nos deja el espejo?
Yo quiero que la urdimbre de tu nervio bravío
Se me pegue en el aire que respiro contigo
Quiero pelearle al tiempo las horas de apatía
Con las olas que rompen las líneas de crujía
No es tu paso de río el que nos deja viejos
Es no encender la llama que trae tu consejo
IV Los Barcos
Rio de los barcos y las lanchas costeras
Los que trepan aguas, los que están bajando
Los que son viajeros, los que van y vienen
Los que ya pasaron y los que se están yendo.
Barcos que se llevan del vientre profundo
Paridez de trigos de soles brillantes
Del cereal que nutre su grano en la tierra
Y con lleva el viento y el sol y los cantos.
Barcos que cruzaron la luna en el rio,
Que en el paso abrevan su callado influjo
Y como las aguas y como los peces
Van acumulados con las noches viejas.
Crisolaron fuegos de verdes veranos
Con los aguaceros del invierno lila
Y sintieron suaves caricias de brisas
Y las bofetadas de las embestidas.
Barcos que trajeron a la enamorada
La que a cada rato se iba al horizonte
Y encontró alegrías en un solo muelle
Cuando pitó el barco sus avisos roncos.
Barcos de las chatas y contenedores
Con las proas puestas rumbo a las guaranias
Barco de las cargas y de los sudores
Por el viejo cauce llegando y llegando.
Lanchas del pasado de los estudiantes
Las del ruido lerdo del motor cansado
Que a veces traía algún diplomado
Y alguna tristeza callada, callada.
Barcos con sus velas soltadas en siesta
Con un sotavento que apenas es brisa
Y de la barranca de la toma de agua
Veíamos su baile, su cruce y su risa.
Barcos y canoas cruzando la orilla
La carne diversa del fruto del río
El dorado esquivo las bogas y el bagre
Y los espineles con su espera lerda.
La gente que espera, la gente que viaja
Aunque más no sea hacia la de enfrente
Y busca el abrigo y se trae el poncho
O alguna sonrisa que siente y que siente.
Agua de este río que llega profundo
Aunque apenas moje la mano y la cara
Qué tanto nos dejas, qué tanto nos traes
qué tanto nos quieres tener en tu mundo!
V Los Pájaros
Cada pájaro del río
sabe que es su territorio
Las garzas de cuello fino
con los colores del alba
Y el sirirí, desde lo alto
O en las lagunas isleras.
Siempre saben que es su casa
aunque anden revoloteando.
Basta que cuele sus luces
en redondez incompleta
que en esas islas dormidas
se ve al sol desperezando.
Ahí los pájaros comienzan
a descubrir los colores
que de a poco van saliendo
como si fuera un milagro.
Primero la franja gris
Que iguala verde con rojo
Y la forma del carpincho
Con una mata de abrojos
La comba gana el celeste
Con su luna amanecida
Y hay un lucero que ríe
diamantes que se están yendo
El cardenal amarillo
Empieza a llenar el aire
Con su lujo de cristales
Y poco a poco las formas
Nos dejan ver en la costa
Dos canoítas con frío
Que andan por la madrugada
Hurgando los espineles.
Martin Pescador trepó al aire
Para lanzarles la flecha
A las mojarras inquietas
Que buscan la claridad
Y el biguá acomoda el cuello,
La garza su pico largo
y en collar de los patos
hay un color vegetal
Ya el sol pintó los colores
Y casi todos los pájaros
Con su grito o con su canto
Están diciendo que están
El rio sigue despierto
Sólo se llena de sueños
Pero sigue palanqueando
Como siempre adonde va.
VI Gente
Madera de palo grueso con cinco lustros de lucha
Las bandas recién pintadas y un rumbo calafateao
una cadena en la proa que apenas brilla en la punta
y un par de remos dispuestos a cruzar un temporal.
Un tarrito para achique y otro grande, el del pescado
Dos tablas horizontales para sentarse no más
Un asiento hay en la popa por si alguien necesitara
Y un cuchillo pa las chuzas y para despanzurrar.
Dos brazos pa hacer palanca con remos madera dura
La carnada, por las dudas no encuentren ninguna más.
Por´ai una pava vieja, con ollines y abollones
Una cebadura nueva y un mate para aliviar.
Una tricota de lana que deja afuera los brazos
El sombrerito que abriga pero que lo hace sudar
Las botas de goma gruesa que ya zurció con alambre
Y el cinturón de cuerina que siempre debe ajustar.
Por ahí algunos le dicen que el espinel está cerca
Del canal por donde pasan los empujes y las chatas
Y que le queda más lejos, para volver apurao
Pero es difícil que cambie y nada da qué pensar.
El río tensa el alambre que está prendido en el lecho
Hay cemento en una rueda o una piedra nada más
Y en el alambre las tanzas van hundiendo los anzuelos
Y el encarnado que a veces, apenas resultará.
El madrugón no lo achica ni lo detiene la lluvia
El viento fuerte tampoco le quita su voluntad
Y hay días que la tormenta lo invita a juntar coraje
Y le discute a las olas cómo se monta un bagual
El rostro tiene los soles mezclados con madrugones
y en el pelo hay escondida alguna escarcha, no más
y como un hombre de rio aprendió el valor que tiene
en este mundo del agua la mano que ha de brindar.