Poema “Rio Paraná”, por Julio Federik

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rio paraná - foto de rodrigo soldon via flickr
Rio Paraná. Foto: Rodrigo Soldon

Por Julio Federik.

 

I El Color

 

Aluvionales tierras despegadas

De las costas de un trópico asoleado

Con  el limo feraz  atravesado

por raíces de selvas invasoras.

 

Barros que traen la lombriz umbría

Y se deshacen en tus correntadas

en ese tinte de madera vieja

Que el sol barniza y la mañana aclara.

 

Ese color de nutria desvelada

De efímeros terrones desgarrados

Y de greda de arcillas que aún sueñan

Con algún alfarero alucinado.

 

Ese color que nos cubrió de risas

En la salpicadura de algún juego

Y entre brincos y arenas de la infancia

una madre asustada nos llamaba

 

 

II El Aire

 

Río de los barros diluidos en caminos

El de abajo y de arriba, con agua en correntada

Que vas llevando vida en polen fecundado

Y en la semilla alada de chaucha y panaderos.

 

Por tu mundo de peces de oscuridades hondas

Pelearas el descuido que depreda su raza

Y habrá nuevos desoves y alguna algarabía

Que nos muestre de nuevo cómo triunfa la vida.

 

Rio de las calmas y las siestas planchadas

De las horas más quietas y las tardes soleadas

De ese viento dormido en un aire tranquilo

Donde amainó el capricho su talante bravío

 

Rio de las brisas que son como un suspiro

Propiciándole el rumbo fluvial a algún velero

Y la ciudad respira con un aire ligero

Y hasta el ánimo vuelve auspicioso y festivo.

 

Río de los ímpetus del viento desbordado

Y su estampida loca retumbando en el cielo

Y el rugido en los árboles de pumas enojados

Alzando marejadas en canchas desbocadas.

 

 

III Heráclito

 

Río que pasas como pasa el tiempo

Sin que nadie nos diga los pasos que has tenido

Nadie contó en las tardes camalotes errantes

Que lleva la corriente a tu delta extendido

 

Mi vida tiene miles de tus pasos cantores

Porque hace mucho tiempo que ando por la ribera

Porque me enamoré diciendo algún verso encendido

Entre líneas y anzuelos de la aburrida espera.

 

Y andaba con los remos haciendo que remaba

Entre remansos necios de distintos calados

Y por ahí soltaba las velas de una idea

Y era un velero alegre mi sueño enamorado

 

Y así pasaba el tiempo y así pasaba el río

Hoy nos cuentan los años… Y no el paso del río

Uno tiene la forma y otro tiene el sonido

Y uno prefiere el canto de un silvo atardecido.

 

Por las ollitas negras se engrasan las estrellas

Y el surubí se fríe cerquita de la costa

Y es la misma canoa donde achicó mil veces

el brazo del abuelo, la que reman los nietos

 

Y uno llega a la costa y se le van los ojos

a los islotes quietos o al brillar de la arena

y ve pasar el río con la misma sonrisa

que vió el minuán callado y el español con peto.

 

¿Por qué si te vas lejos tu movimiento trae

Esos interrogantes que nos deja el espejo?

Yo quiero que la urdimbre de tu nervio bravío

Se me pegue en el aire que respiro contigo

 

Quiero pelearle al tiempo las horas de apatía

Con las olas que rompen las líneas de crujía

 No es tu paso de río el que nos deja viejos

Es no encender la llama que trae tu consejo

 

 

IV Los Barcos

 

Rio de los barcos y las lanchas costeras

Los que trepan aguas, los que están bajando

Los que son viajeros, los que van y vienen

Los que ya pasaron y los que se están yendo.

 

Barcos que se llevan del vientre profundo

Paridez de trigos de soles brillantes

Del cereal que nutre su grano en la tierra 

Y con lleva el viento y el sol y los cantos.

 

Barcos que cruzaron la luna en el rio,

Que en el paso abrevan su callado influjo 

Y como las aguas y como los peces

Van acumulados con las noches viejas.                                                                                                                                                      

Crisolaron fuegos de verdes veranos

Con los aguaceros del invierno lila

Y sintieron suaves caricias de brisas

Y las bofetadas de las embestidas.

 

Barcos que trajeron a la enamorada 

La que a cada rato se iba al horizonte

Y encontró alegrías en un solo muelle

Cuando pitó el barco sus avisos roncos.

 

Barcos de las chatas y contenedores

Con las proas puestas rumbo a las guaranias

Barco de las cargas y de los sudores

Por el viejo cauce llegando y llegando.

 

Lanchas del pasado de los estudiantes

Las del ruido lerdo del motor cansado

Que a veces traía algún diplomado

Y alguna tristeza callada, callada.

 

Barcos con sus velas soltadas en siesta

Con un sotavento que apenas es brisa

Y de la barranca de la toma de agua

Veíamos su baile, su cruce y su risa.

 

Barcos y canoas cruzando la orilla

La carne diversa del fruto del río

El dorado esquivo las bogas y el bagre

Y los espineles con su espera lerda.

 

La gente que espera, la gente que viaja

Aunque más no sea hacia la de enfrente

Y busca el abrigo y se trae el poncho

O alguna sonrisa que siente y que siente. 

 

Agua de este río que llega profundo

Aunque apenas moje la mano y la cara

Qué tanto nos dejas, qué tanto nos traes

qué tanto nos quieres tener en tu mundo!

 

 

V  Los Pájaros

 

 Cada pájaro del río

sabe que es su territorio

Las garzas de cuello fino

con los colores del alba

Y el sirirí, desde lo alto

O en las lagunas isleras.

Siempre saben que es su casa

aunque anden revoloteando.

 

Basta que cuele sus luces

en redondez incompleta

que en esas islas dormidas

se ve al sol desperezando.

Ahí los pájaros comienzan

a descubrir los colores

que de a poco van saliendo

como si fuera un milagro.

 

Primero la franja gris

Que iguala verde con rojo

Y la forma del carpincho

Con una mata de abrojos

La comba gana el celeste

Con su luna amanecida

Y hay un lucero que ríe

diamantes que se están yendo

 

El cardenal amarillo

Empieza a llenar el aire

Con su lujo de cristales

Y poco a poco las formas

Nos dejan ver en la costa

Dos canoítas con frío

Que andan por la madrugada

Hurgando los  espineles.

 

Martin Pescador trepó al aire

Para lanzarles la flecha

A las mojarras inquietas

Que buscan la claridad

Y el biguá acomoda el cuello,

La garza su pico largo

y en collar de los patos

hay un color vegetal

 

Ya el sol pintó los colores

Y casi todos los pájaros

Con su grito o con su canto

Están diciendo que están

El rio sigue despierto

Sólo se llena de sueños

Pero sigue palanqueando

Como siempre adonde va.

 

 

VI Gente

 

Madera de palo grueso con cinco lustros de lucha

Las bandas recién pintadas y un rumbo calafateao

una cadena en la proa que apenas brilla en la punta

y un par de remos dispuestos a cruzar un temporal.

 

Un tarrito para achique y otro grande, el del pescado

Dos tablas horizontales para sentarse no más

Un asiento hay en la popa por si alguien necesitara

Y un cuchillo pa las chuzas y para despanzurrar.

 

Dos brazos pa hacer palanca con remos madera dura

La carnada, por las dudas no encuentren ninguna más.

Por´ai una pava vieja, con ollines y abollones

Una cebadura nueva y un mate para aliviar.

 

Una tricota de lana que deja afuera los brazos

El sombrerito que abriga pero que lo hace sudar

Las botas de goma gruesa que ya zurció con alambre

Y el cinturón de cuerina que siempre debe ajustar.

 

Por ahí algunos le dicen que el espinel está cerca

Del canal por donde pasan los empujes y las chatas

Y que le queda más lejos, para volver apurao

Pero es difícil que cambie y nada da qué pensar.

 

El río tensa el alambre que está prendido en el lecho

Hay cemento en una rueda o una piedra nada más

Y en el alambre las tanzas van hundiendo los anzuelos

Y el encarnado que a veces, apenas resultará.

 

El madrugón no lo achica ni lo detiene la lluvia

El viento fuerte tampoco le quita su voluntad

Y hay días que la tormenta lo invita a juntar coraje

Y le discute a las olas cómo se monta un bagual

 

El rostro tiene los soles mezclados con madrugones

y en el pelo hay escondida alguna  escarcha, no más

y como un hombre de rio aprendió el valor que tiene

en este mundo del agua la mano que ha de brindar.

 

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