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Humedales desde una mirada militante del derecho

28 minutos de leitura

Por Nicolás Zuttión* – Era Verde – Periodismo Ambiental.

 

Enzo Culasso Orué es abogado y activista ambiental, integrante de la Unidad de Vinculación Ecológica (UVE) de Fundación La Hendija y la Multisectorial por los Humedales en Paraná. El impacto de las quemas en el Delta y sus poblaciones motivaron su inquietud ante lo que califica como un crimen, un ecocidio. Crítico de las ciencias jurídicas tal y como la conocemos, y plantea un nuevo paradigma para la jurisprudencia: el ecocentrismo. En diálogo con ERA Verde, Enzo aborda la situación de los humedales, las responsabilidades políticas de lo que ocurre en esos territorios y cómo su experiencia personal impulsa su motor de vida.

«El Delta pareciera que es tierra de nadie, que está como en un gris respecto a quienes son dueños de esas tierras»

–Los humedales han sido noticia durante los últimos dos años por los fenómenos de las quemas ¿Qué han significado las mismas? ¿Se han dado por causas naturales o más bien son quemas planificadas, intencionales?

–Claramente son quemas intencionales que responden al modelo productivo que está expandiéndose y que necesita cada vez más tierras de cultivo y por lo tanto el ganado ha sido desplazado.

El Delta pareciera que es tierra de nadie, que está como en un gris respecto a quienes son dueños de esas tierras, de qué manera llegaron a serlo y cómo se dan los permisos para que se usen las tierras fiscales. Hay muchos grises que posibilitan que nunca se llegue a saber realmente quiénes son las personas que están ahí y quién les dio la autorización para llevar a todos esos animales, pero lo cierto es que en cada lugar que se quema, después aparecen vacas. Es innegable que las quemas son para generar pasturas para luego introducir ganado.

Tiene que ver con los grupos concentrados del poder terrateniente que acá en Argentina tienen doble cara. Por un lado, los poseedores de la tierra por la historia de cómo se fue colonizando nuestro país y, por el otro, el capital financiero que muchas veces es transnacional. Esas dos cosas se conjugan para que cuando suben los valores de la carne en el mercado internacional, nuestros ecosistemas se vean presionados. Esto responde a una raíz patriarcal y extractivista que se expresa en que la única variable que se tiene en cuenta es la económica, la ganancia rápida de un cierto sector de la población que tiene el poder para hacer este tipo de cosas. También hay que hablar de la connivencia política de todos los estratos tanto del Ejecutivo, como del Legislativo y del Judicial, hay un dejar hacer, dejar pasar.

Va de la mano con lo mismo que sucede cuando se fumiga un campo sin pensar si hay un curso de agua, si hay una producción al lado a la que se pueda afectar, si hay abejas o una escuela. Es pasar por encima cualquier otra subjetividad, cualquier otro ser, porque lo que justifica esto es la ganancia.

 

–¿Cuántas hectáreas han sido las damnificadas?

–Yo no confío en cifras oficiales porque han pasado muchos meses sin reportarse incendios y nosotros, desde el activismo socioambiental, veíamos que en los satélites sí aparecían focos de calor. Según el seguimiento que se ha hecho desde las organizaciones, se estima que llega a un millón de hectáreas en estos últimos dos años. Yo no sé cuánto de esto representa el territorio del Delta, lo que sí sé es que Entre Ríos tiene el 85% del Delta en su propio territorio. Asimismo, es la provincia que quizás menos ha hecho al respecto y que menos voluntad ha tenido de coordinar interjurisdiccionalmente, con la nación también, para dar respuestas a esto. Tal es así que existe una sentencia de la Corte Suprema que manda a crear un comité de emergencia en el marco del PIECAS (Plan Integral Estratégico para la Conservación y Aprovechamiento Sostenible en el Delta del Paraná) y nunca sucedió. Más allá de eso el PIECAS debería estar funcionando también porque fue una decisión coordinada e interjurisdiccional y es el ámbito propicio para que se tomen las decisiones que se tienen que tomar respecto al ecosistema del Delta.

 

LA NUEVA CARA DE LA DESTRUCCIÓN

«Ecocidio… es el asesinato intencional de un ecosistema, ya no estamos hablando de alguna especie o algún lugar si no realmente de un ecosistema completo»

–¿Por qué ecocidio? ¿Qué consecuencias ambientales trae aparejado?

–Sencillamente “cidio” significa asesinato y “eco” ecosistema, es el asesinato intencional de un ecosistema, ya no estamos hablando de alguna especie o algún lugar si no realmente de un ecosistema completo.

Si lo vemos en perspectiva regional, los humedales del Delta del Paraná son producto del río de llanura, que se mantiene libre de represas, más largo del mundo y que da vida al sistema de humedales vivo más grande del mundo.

No es poca cosa lo que sucede en estos ecosistemas, ya que tienden a la estabilidad de un sin número de territorios y de personas que viven a la vera de esos cursos de agua, pero sobre todo de la cantidad de personas que viven del Acuífero Guaraní. Pensar que se desarrollan muchos asentamientos y ciclos productivos dependientes del agua que está subterránea.

Hoy ya sabemos que los humedales son puntos de recarga de los acuíferos y además son puntos de purificación de la misma, ya que permiten que el agua que está hace millones de años en el acuífero, se mantenga limpia.

Cuando vemos que estos ecosistemas sufren al punto tal de cambiar sus funciones ecosistémicas ya no sabemos cómo va a repercutir esta función respecto al acuífero, que es estratégico a nivel geopolítico y para la sustentabilidad de la región. Pero yo veo central tener que hacer una lectura no solo interjurisdiccional respecto a Argentina si no también con las otras regiones que compartimos los cursos de agua.

Poder tener una perspectiva regional con respecto al uso del agua es fundamental para tener sustentabilidad de acá a los próximos 50 años. Si no logramos coordinar políticas primero internas, y después regionales en el marco del Mercosur vamos a seguir siendo foco de ataque de las multinacionales y de los Estados que decidan poner el foco sobre nuestros bienes comunes. Si actuamos de manera descoordinada no tenemos poder de decidir nada, va a venir el mejor postor y a ese le vamos a vender el agua, a cambio de que vengan e inviertan en estos lugares que es lo que se viene haciendo hace muchísimo tiempo, las empresas invierten y a cambio se llevan nuestros recursos.

«…todo lo que viene sucediendo tanto con el modelo productivo dependiente de venenos como con la quema intencional de los humedales es ilegal, antijurídico»

–¿Cuáles son las relaciones que se pueden tejer con el modelo productivo que existe en el país?

–Es un estado total de ilegalidad, camuflado en ciertas leyes que pareciera que permiten que esto suceda y que se hace en marcos legales, pero todo lo que viene sucediendo tanto con el modelo productivo dependiente de venenos como con la quema intencional de los humedales es ilegal, antijurídico. A esto podemos verlo no solo en la Constitución Nacional y en los Tratados Internacionales, en cuanto al derecho a una vida sana, a ecosistemas equilibrados y al equilibrio de la biodiversidad, sino también en el propio Código Civil y Comercial que se reformó en el año 2015. Esta reforma trae una serie de modificaciones que cambia la perspectiva en cuanto a la propiedad privada y lo que es el derecho de propiedad, antes quien era dueño de la cosa podía usar, gozar y desvirtuarla, es decir, era dueño y amo de la cosa, hoy en día ese paradigma ha cambiado y se entiende que la propiedad tiene una función social.

Nuestra constitución provincial reconoce que la propiedad privada es inviolable pero la misma tiene una función social y ésta está determinada por las funciones que los ecosistemas cumplen para la sustentabilidad. Es en este sentido que todas las quemas podrían catalogarse como ilegales ya que la provincia tiene prohibidas las quemas sin autorización por la Ley de Manejo del Fuego. Con respecto al Código Civil y Comercial, cuando se plasman en el artículo 240 los límites al dominio, se dice que vos no podés usar tu propiedad cuando ese uso contraríe los fines que el ordenamiento jurídico le atribuye.

Los bienes colectivos sobre los que se asientan los ecosistemas cumplen funciones que están determinadas por el propio sistema y no por el humano. Eso es lo que tenemos que entender. Y cuando mi actividad repercute en esas funciones ecosistémicas donde se apoyan derechos colectivos, yo estoy abusando de mi derecho porque estoy yendo en contra de los límites ecosistémicos que ese derecho me plantea. Esto se llama eco-abuso del derecho y lleva su tiempo de elaboración doctrinaria pero aún no ha llegado a la jurisprudencia, a los tribunales y ser receptado realmente como un cambio de paradigma respecto a la manera de concebir la propiedad privada.

En esta provincia tenemos todo para hacerlo porque los artículos sobre política ambiental y social de la Constitución de Entre Ríos son de avanzada, quizás los más modernos de toda Argentina. Asimismo, el programa político de la Constitución de Entre Ríos no se cumple creo que ni en un 5%, hay muchas cosas que están incumplidas y llevamos ya casi 15 años desde que se reformó. Es un tiempo más que prudencial para considerar qué es lo que se cumple y qué no. Si no, realmente, lo que está andando mal es el sistema mismo. Porque si tenemos todo un programa constitucional pero no se puede cumplir ni en un 5% pongamos alertas y pensemos realmente dónde están los problemas porque evidentemente no está funcionando. Si tuvimos la voluntad ciudadana, porque fue una asamblea elegida por el pueblo la que reformó la constitución, pero después eso en el programa político no puede cumplirse, realmente hay una demanda muy grande que le tenemos que hacer a los colores políticos que vienen gobernando la provincia y que pareciera no han leído la constitución.

 

CUANDO LAS LEYES NO ALCANZAN

–Por lo que conocemos, tu militancia se nutre de tus estudios profesionales. Sos abogado, ¿crees que la legislación actual es pertinente para la preservación de los humedales?

–En absoluto las leyes solucionan algo si no hay un sustrato social detrás de ellas que las estén activando. Si no, no estaría pasando lo que sucede con la Ley de Bosques, que ya tiene sus años y ni siquiera se logra que se cumpla un porcentaje de más de la mitad del presupuesto que tiene la Ley y los desmontes siguen avanzando.

¿Qué nos haría pensar que una ley de humedales solucionaría algo? Yo, realmente, ya no tengo confianza en las leyes. No existe la voluntad política de actuar conforme a las leyes que protegen al medioambiente, sí hay una voluntad que está distorsionada con una matriz muy individualista donde se piensa a los recursos como un saco de donde extraer dinero. En la coyuntura en la que vivimos esto significa pagar la deuda externa, es decir, sacrificamos nuestros bienes comunes porque hay que pagar una deuda externa que ni siquiera se piensa de dónde viene.

Hay mucha connivencia política para que las leyes no se cumplan y cuando nos queda la esperanza de ir a los tribunales para reclamar ciertas cuestiones, hay tres causas que se están tramitando ante la Corte Suprema y no ha pasado nada tampoco. Todas las causas pasaron durante la pandemia. Ni bien se prendieron fuego los humedales las organizaciones actuaron, no solo en la calle si no que se presentaron causas judiciales algunas que van mucho más allá de lo que plantea nuestro ordenamiento jurídico que es declarar sujeto de derecho a un ecosistema. Hay otras que son muy posibles, esto de crear el comité de emergencia es política pura, por eso no sé hasta donde una ley pueda llegar a solucionar algo.

Yo veo un camino de darle un aire nuevo a la democracia porque esta democracia representativa que tenemos, es decir que el pueblo no delibere ni gobierno sino a través de sus representantes, está obsoleta. Está en una crisis tal que la única manera de salir es realmente instaurar nuevos mecanismos democráticos. En ese sentido las organizaciones vienen haciendo un camino, preparando el terreno para lo que quizás sea un plebiscito nacional que pueda tener su eje en el agua como común denominador de la vida y como un reflejo de lo que hacemos como sociedad.

Todo lo que vemos a lo largo y ancho del país es que el extractivismo está ganando la pulseada y que los pueblos no están pudiendo resistir. Esta resistencia viene desde hace muchísimos años, pero está llegando a un momento culmine que no sabemos cómo va a terminar. Si las multinacionales ganan los territorios y las poblaciones quedan relegadas en las ciudades o si realmente podemos pensar al campo con campesinos, a los territorios originarios habitados por sus comunidades ancestrales, si podemos pensar en una Argentina pluricultural, cortando las raíces del colonialismo que están expresadas en nuestra Constitución Nacional.

Yo interpreto que ahí mismo hay falencias democráticas porque qué pueblo eligió a “nos los representantes” que dieron la primera Constitución Nacional y que hoy todavía se mantiene en gran parte su estructura.

«La ley tiene que expresar por lo menos un ecocentrismo acentuado, es decir, que los intereses del ecosistema se ponga por encima de los intereses particulares de quienes quieren explotar la tierra…»

–¿Una Ley de Humedales puede ser una solución? ¿En qué consistiría la misma?

–Creo que tiene que cambiar totalmente la perspectiva que se tiene respecto a los bienes comunes. La naturaleza no es un recurso que está puesto para que el ser humano lo explote, sino que tenemos que dar paso a visiones superadoras de esa perspectiva antropocéntrica. La ley tiene que expresar por lo menos un ecocentrismo acentuado, es decir, que los intereses del ecosistema se pongan por encima de los intereses particulares de quienes quieren explotar la tierra y que esos intereses ecosistémicos tengan en cuenta a las personas como parte de los ecosistemas.

Es central que se definan usos racionales de los humedales; nos tenemos que dar un debate de por qué hay vacas en el humedal y si tienen que estar ahí o no. Si ya nos entregamos y decimos “las vacas ya están” ahí sí el proceso va a ser el mismo, se va a seguir pampeanizando. Por eso es central determinar los usos de los distintos humedales que hay en Argentina. Después, que las organizaciones y la sociedad civil tengan una participación activa en el diseño de la ley porque ya sabemos qué sucede cuando todo queda dentro del organigrama del poder ejecutivo, del ministerio y las secretarías.

A partir del dominio originario de las provincias sobre los recursos, que para mí es una trampa porque las provincias no tienen el poder real para fiscalizar y custodiar esos territorios mucho menos para negociar con multinacionales, hay que expresar en el diseño de las leyes el federalismo de concertación desde una perspectiva ecosistémica y que se puedan decidir todas estas cuestiones de manera coordinada.

 

VIDA DE LUCHA

–¿CUÁL FUE LA PRINCIPAL MOTIVACIÓN PARA SER QUIEN SOS HOY?

–A mí me trataron en el (hospital) Garrahan a partir de lo que me sucedió a los 14 años, que tuve un cáncer que luego derivó en la amputación de mi pierna. Mi médico siempre me decía, cuando yo me preguntaba por qué me pasaba lo que me pasaba, que esa pregunta no me llevaba a ningún lado más que al pasado, y podía ser que nunca terminara de responderla. Sin embargo, preguntarte ¿para qué? es una pregunta que te hace mirar hacia el futuro y que depende de uno mismo el sentido que le da a esa respuesta. Entonces siempre que me encontraba ante algo que no sabía bien para dónde disparar me preguntaba para qué la vida me estaba poniendo en ese lugar.

Empecé a estudiar abogacía porque realmente no había otra carrera que me seduzca. Siempre me pareció muy injusto que todos tengamos los mismos derechos, pero solo algunas personas los puedan ejercer.

Mi hermana estudia biodiversidad y siempre escuché de ella la cuestión de las plantas, los animales y los ecosistemas. Cuando esta pregunta del para qué estaba estudiando abogacía resurgió, entendí que, conectando lo que había pasado en mi vida, era para intentar cuidar un poco más el ambiente entendiendo que lo que me había pasado era signo de lo que al ambiente le estaba sucediendo, ya que somos una parte de la naturaleza. Lo que le pasa a la naturaleza también nos está pasando a nosotros, en nuestros cuerpos, que son parte del mismo cuerpo que la naturaleza, no existe una separación como tal.

Empecé con el tema de los pueblos fumigados y me metí en un grupo de estudio hasta que hice el curso virtual de los derechos de la naturaleza. Ahí entendí que el derecho puede ser la expresión de distintas percepciones de la realidad, que lo que hoy vemos como derecho es una percepción de la realidad que responde a este sistema antropocéntrico, patriarcal y sobre todo alienado. Pero también el derecho puede ser la traducción de otra percepción, que entienda la interdependencia de la vida, que nuestro paso por aquí es muy efímero respecto a lo que la vida es y que eso puede estar receptado en un ordenamiento jurídico pero que es parte de un proceso socio histórico que eso suceda. Así que siempre fue intentar leer de manera crítica al derecho. Los últimos años me costaron bastante por eso, porque es difícil hacer un pensamiento crítico y seguir avanzando en la carrera, porque en la medida que te empezás a cuestionar es difícil ir a rendir un examen y repetir cosas con las que no estás de acuerdo, pero que sabes que si no las repetís difícilmente apruebes el examen.

Después se complica un montón el ejercicio de la profesión porque de un lado del mostrador hay muchas ofertas para que seas el abogado de la propiedad privada para terminar defendiendo eso, pero muy poco para estar en el ejercicio de funciones públicas o en el ejercicio de los derechos colectivos, es muy difícil que salgas para ese lado siendo que en la facultad te van moldeando para el lado del derecho privado tan fuertemente.

 

*Pasante de las Prácticas Curriculares de la carrera de Comunicación Social de la Facultad de Ciencias de la Educación (FCEdu) de la Universidad Nacional de Entre Ríos (UNER).

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