Argentina Incendiada: Lo que El Fuego nos Dejó

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A Ecoa publica abaixo a introdução do documento “Argentina Incendiada: Lo que El Fuego nos Dejó”. Para ler o documento na íntegra clique aqui.

 

1. INTRODUCCIÓN

Todos los años ocurren incontables incendios a lo largo del país, tanto en la época estival como invernal, que queman millones de hectáreas a nivel global. Pero el 2020 ha sido particularmente grave en Argentina, formando parte del desolador escenario planteado a escala global. Un análisis de la Organización Mundial de Conservación (WWF, 2020) revela que el número de alertas de incendios en todo el mundo en abril de 2020 aumentó en un 13% en comparación con el 2019, el cual ya había sido un período récord para incendios en Sudamérica y el mundo.

El 75% de los incendios son causados por la actividad humana de manera intencional, o por negligencias que permiten que las quemas se transformen en incendios. Los factores principales son la persistencia de un clima más cálido y seco debido al cambio climático y la deforestación causada principalmente por la conversión de tierras para la agricultura. Los incendios se hacen cada vez más grandes, más intensos y se extienden por más tiempo del que solían. Si estas tendencias actuales continúan, las consecuencias a largo plazo podrían ser devastadoras. Mayores incendios, más fuertes, liberan millones de toneladas de carbono, destruyen biodiversidad y ecosistemas, impactan en economías, y en la salud, propiedad y medios de vida de millones de personas (WWF, 2020).

La Amazonía, seriamente amenazada por las actividades humanas (carreteras, ganadería y agricultura industrial, especulación inmobiliaria y ocupación ilegal, represas hidroeléctricas, minería, exploración petrolera, tráfico de madera y contaminación), es central en la regulación del clima de la región. Un total de 72 millones de hectáreas de cobertura vegetal se perdió en la Amazonía entre 1985 y 2018 (MAPBIOMAS, 2020). En particular, la Amazonía brasileña, cuyos incendios de 2019 tuvieron alto impacto mediático a escala global, los datos más recientes muestran que los incendios en 2020 superan en un 45% al promedio de los últimos diez años.

El preocupante escenario en la Amazonía, por otro lado, se ve como un factor que influye en la devastación del Pantanal, un punto de encuentro entre el Cerrado, el Chaco, la Amazonía, la Mata Atlántica y el Bosque Seco Chiquitano, y que a octubre de este año había perdido 3.861.700 hectáreas del bioma a manos de los incendios (ver cuadro 2). La deforestación del bosque se refleja en la dinámica en Pantanal, ya que las lluvias provocadas por los llamados “ríos voladores3 ” regulan las inundaciones en esta región. Cuando hay una estación más seca en la selva o un aumento de la deforestación en la Amazonía, hay un desequilibrio en estos ríos voladores y en todo el sistema hidrológico involucrado.

La consecuencia es una reducción de las lluvias y la humedad en el Pantanal, lo que favorece la proliferación de incendios. Ya existe una ruptura del régimen de lluvias en el lugar, con un gran volumen de lluvia concentrado en pocos días que no permite que el suelo absorba agua y alimente la capa freática, con lo cual luego se drena (Alessi, 2020).

El Pantanal es, a su vez, parte integral del sistema de humedales de los ríos Paraguay y Paraná que se extiende a lo largo de más de 3400 km de norte a sur, desde el Gran Pantanal del Alto Paraguay hasta el Río de La Plata, cubriendo un área de aproximadamente 400 mil km2 con diferentes zonas climáticas (tropical, subtropical y moderada). Este sistema de humedales -que alcanza a la Argentina, Bolivia,Brasil, Paraguay y Uruguay- juega un papel regulador entre los niveles de creciente y bajante de los ríos que lo componen, además de proporcionar agua dulce para el consumo humano y riego para la agricultura, alimentos a millones de personas que viven en sus márgenes y desempeñar un papel fundamental en las estrategias de adaptación local y en el control del clima mundial y continental. El descenso de los niveles del río Paraguay acaecido a lo largo de 2020 es de los mayores en los últimos 100 años, al punto que su navegación en algunos sectores se ha hecho imposible. Ese descenso del
agua también se presenta en el río Paraná y el río La Plata. Todas estas condiciones generan los incendios transfronterizos de alta complejidad compartida por Brasil, Bolivia, Paraguay y Argentina que requieren políticas compartidas para enfrentar el problema.

Pero si bien, los incendios son parte de un problema global, corresponde resaltar que esto no quita responsabilidades ni justifica la falta de acciones preventivas y respuesta oportuna por parte de todos los Poderes del Estado. La proactividad y el compromiso político necesario a nivel global tiene su correspondencia a nivel local, nacional y regional, con acciones efectivas en el territorio. Siempre será mejor todo incendio que no ocurra, a tener que apagarlo.

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